Para alguien que ivernó durante 31 meses, la actividad a la que está
siendo sometida la sonda europea Rosetta roza los límites de la
esquizofrenia: recalentamiento general de maquinarias; reactivación de
instrumentos de navegación; disminución de la velocidad de rotación que
había sido iniciada antes de la hibernación para asegurar la máxima
estabilidad; reposicionamiento de los paneles solares que se encontraban
orientados de manera que captaran la menor cantidad posible de energía
solar... A continuación, vendrá la puesta a punto de los 21 instrumentos
científicos de los que está dotada la misión científica: cada uno de
ellos será encendido y verificado antes de enfilar rumbo al cometa
67P/Churiúmov-Guerasimenko, distante todavía 8,5 millones de kilómetros.
El primer artefacto de fabricación humana diseñado para aterrizar en el
núcleo de un cometa (una misión digna de los más disparatados sueños de
la ciencia ficción hollywoodense) se encuentra ahora a la inimaginable
distancia de 800 millones de kilómetros. Es el espacio profundo, lo
suficientemente lejos de los rayos solares como para que estos
interfirieran en el sueño en el que permaneció durante más de dos años.
El miércoles, tal como estaba previsto, despertó de su letargo y envió
una señal a la Tierra como prueba de que todos sus sistemas electrónicos
funcionan correctamente. Seis horas tardó la sonda en despertarse y 45
minutos tomó la señal en desplazarse, a la velocidad de la luz, hasta
alcanzar el centro de control de operaciones de la Agencia Espacial
Europea (ESA) en Darmstadt (Alemania) y la estación de la NASA de
Goldstonem en California. En cuanto eso ocurrió, un mensaje de Twitter
fue enviado al mundo: “Hello, world!”.
Rosetta es, probablemente, el proyecto más ambicioso de la Agencia
Espacial Europea. Su construcción costó casi $1 500 millones y fue
lanzado al espacio en marzo de 2004, a bordo del cohete Ariane 5, que lo
puso a circular por el Sistema solar hasta alcanzar la ruta de
interceptación del cometa objeto de su estudio.
Para ello, sobrevoló la Tierra (tres veces), Marte (una vez) y utilizó
la fuerza gravitacional de esos dos planetas para modificar su ruta y su
velocidad. Cuando alcanzó el espacio profundo, fue puesto a dormir para
ahorrar energía.
La misión del aparato es estudiar la composición química del cometa. El
objetivo del viaje es conocer los orígenes del Sistema Solar y las
claves de la aparición de la vida en la Tierra, porque los cometas
contienen los elementos más antiguos del Universo.
“Creemos que los cometas trajeron el agua a la Tierra en el último
bombardeo masivo de cometas y asteroides hace 4 000 millones de años,
cuando se formaron los primeros planetas”, explica el director de
Ciencia de la ESA, Álvaro Giménez Cañete”.
“Queremos ver si es el tipo de agua de los océanos”. También se pretende
estudiar si el cometa tiene componentes orgánicos complejos que
coincidan con los del Sistema Solar, moléculas complejas que son los
ladrillos de los aminoácidos y de la vida.
El 67P/Churiúmov-Guerasimenko fue descubierto en 1969 por dos
científicos de la entonces Unión Soviética que le dieron su nombre. Cada
6,4 años, alcanza su perihelio, es decir, su punto más cercano al sol:
186 millones de kilómetros.
En mayo próximo, cuando Rosetta se encuentre todavía a 2 millones de
kilómetros de distancia del cometa, enviará las primeras imágenes del
núcleo. Estas fotografías servirán para precisar su posición en el
espacio y ejecutar las correcciones de trayectoria que sean necesarias
para afinar su encuentro con el cuerpo celeste, previsto para agosto. En
ese mes, luego de haber observado y fotografiado el núcleo del cometa
desde todos los ángulos, Rosetta efectuará su aproximación final con el
objetivo de que los científicos determinen con exactitud su velocidad de
rotación y la orientación de su eje. Entonces, Rosetta se dejará
capturar por la ínfima atracción gravitacional de este pequeño cuerpo
del Sistema Solar que mide, apenas, 3 por 5 kilómetros. Será el momento
más delicado de la misión: la sonda largará su módulo de aterrizaje,
Philae y, en noviembre, este se posará sobre la superficie del cometa.
Para que todo esto ocurra con precisión matemática era necesario que la
sonda fuera despertada de su ivernación este luenes, 20 de enero,
exactamente a las 18:18 (hora de Grenwich). Y fue precisamente a esa
hora que las antenas de escucha interplanetaria de la NASA y la ESA
recibieron la señal que todos esperaban. En Darmstadt, el director de
Operaciones de Rosetta, Andrea Accomazzo, no estaba radiante: “Ha sido
el día más largo de mi vida -dijo-, pero hemos hecho un buen trabajo”.
Es interesante ya que en mayo próximo, cuando Rosetta se encuentre todavía a 2 millones de kilómetros de distancia del cometa, enviará las primeras imágenes del núcleo.
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